viernes, 6 de abril de 2007

"Es para mi"

Se debe a su público señora; pero no se había dado cuenta de que él también se debía al suyo.
Había formado parte durante mucho tiempo de una función en la que se estaba convirtiendo en uno de los mejores actores del reparto.
Era un pez gordo, si señor. "Castellano viejo", como se le habría llamado aquí varios siglos atrás.
Hombre de opinión pura y acciones heroicas; un orgullo para el régimen.
Se llamba Gerd Wiesler, capitán Wiesler, competente oficial de la Stasi, la todopoderosa policía secreta del régimen comunista de la antigua República Democrática Alemana.
A él se le encargaría la vigilancia e investigación del prestigioso escritor George Dreyman y de su pareja, la popular actriz Christa-Maria Siedlan, por su pertenencia a grupos de intelectuales y artistas considerados especialmente peligrosos para el régimen.
Para el Capitán WIesler la vida de los otros" se irá convirtiendo en la suya propia y los grandes principios por los que siempre se había guíado, poco a poco se irán desmoronando.
Era incapaz de odiar, de descubrir a los que se suponían enemigos. No veía en ellos unos delincuentes, sino dos personas que se amaban, abrazaban y sufrían ; y ese amor, esos lloros, esos sufrimientos...comenzaron a formar parte de si mismo, de tal modo que, abandonar su puesto, llegar a casa y descubrirse sólo, le harán sentirse cada vez más desprovisto.
¿Qué sentido tenían la RDA o la Stasi? ¿ Qué significaba su propia vida? ¿Qué espera conseguir con su lucha? ¿Qué le pertenecía?
Años después entrará en una biblioteca, abrirá la portada de un libro y encontrará en su interior una dedicatoria. Con una sonrisa ingenua y simple por fin podrá afirmar: "es para mi".

Una educación sentimental


No pienses que todos vemos las cosas del mismo color.

No intentes tocarme si no sabes dónde estoy.

Descubreme y verás mi evolución.

No nos conocíamos, no era nadie importante.


Quería algo suyo y perfecto. Se había enamorado de lo que había visto, estudiado en cada movimiento, examinado y comprobado; pero no había sido capaz de ver tras aquella tesis un ser humano a quien amar suponía introducirse en el mundo de lo c omplicado e impredecible.

Éramos dos extraños tratando de ver en el otro una ficción.


No puedes pedir que te de la mano el que camina por la acera de enfrente. No pueden compartir un sueño los que sueñan con una vida completamente distinta. Nunca se fundirán en uno aquellos cuyos velos están pintados en tonos diferentes.

Todo parecía perdido.


No nos queríamos, no éramos capaces de mirarnos; pero sólo con sentirnos, con conocernos a través de ojos ajenos, aprendimos.

Comprendía que la pasión es un instante y lo simple la eternidad; que las palabras no siempre rompen el silencio; que incluso lo que perece vale la pena por el mero hecho de ser hermoso.


No éramos dos enamorados, no daríamos la vida el uno por el otro; pero por fin llegó el día en que nos atrevimos a espiarnos a través de los velos que nos cubrían. Alzamos la vista y nuestros ojos se encontraron.

Ya éramos capaces de mirarnos. Podíamos tocarnos, abrazarnos y besarnos; unirnos y embriagarnos. A la mañana siguiente nuestro pacto se selló con una sonrisa.


La guerra había acabado. Quizás seguíamos sin ser dos enamorados; sin embargo, habíamos aprendido cosas más importantes. Ya sabíamos cogernos de la mano, jugar a descubrirnos, tratar de cautivarnos... y supimos, finalmente, decir "lo siento" y perdonarnos.


EL VELO PINTADO- John Curran- Posibles reflexiones